La silueta de Machu Picchu. La textura del ceviche. La dificultad de pronunciar el español. Todo eso, y algunas cosas más, sobrevolaron por la cabeza de Mariana Rosalba cuando le propusieron dejar Río de Janeiro y mudarse a Perú. Después de 13 años de trayectoria ininterrumpida en las oficinas de
Pero esa no fue la primera vez que Mariana sentía que su camino estaba digitado por una fuerza inexplicable. Nacida en una familia apodada en el vecindario como “la familia
“Mis amigas más próximas dicen que es casi una… ¿cómo se dice esa palabra en español? ¿Predestinación? Sí. Una predestinación”, pronuncia en su eficiente español, que aún deja sentir el portugués entre sus pliegues. Como ingeniera industrial, los cálculos y las ciencias han sido siempre su religión, pero es también una mujer de fe.
Mariana trata de ser coherente con sus instintos: se mantiene atenta a las oportunidades que le ofrece la vida. Por eso no demoró mucho en decir “sí, acepto” y en conseguir boletos a Lima para hacerse cargo de la Dirección de Operaciones de
“Creo que siempre la vida me direccionó para estar acá. Fue un camino muy natural el llegar a Coca”, cuenta ahora, en medio de su sala, mientras la luz de la tarde empieza a eclipsarse. Ya se ha acostumbrado al paisaje limeño: sus compañeros en
Así como la fe define a Mariana, existe otro rasgo que revela también su carácter: la pasión. No solo la que tiene por Flamengo, su equipo de toda la vida, o por la gastronomía y los destinos turísticos del Perú; sino, sobre todo, por los desafíos que cumple en

“Siento que transformo a la gente con la que trabajo acá. Ese es mi principal objetivo personal: poder impactar positivamente para que se descubran como personas y puedan crecer más”, explica Mariana. Partidaria de la equidad de género, ha encontrado que en el Perú tiene enfrente una oportunidad: “Acá las bodegas son básicamente gerenciadas por mujeres. Entonces esa conexión entre mujeres creo que es super importante”, dice.
Si una pudo, ¿por qué el resto no? Por eso mismo historias como las de Mariana terminan siendo la mecha que enciende a las demás. Si una ingeniera industrial fue capaz de abrirse camino en áreas en las que usualmente fueron ocupadas por hombres, nada es imposible.
Por suerte, los tiempos empiezan a cambiar. Mujeres como ella han hecho de
Mariana, por su parte, puede ahora combinar su horario de trabajo con los abrazos que le da Guilherme, su hijo de dos años. “Coca me dio la oportunidad de descubrir que sí es posible combinar el rol de la madre que siempre quise ser, con el de una buena profesional”, dice satisfecha por contar con el beneficio del flextime.
La maternidad ha revolucionado a Mariana. Está decidida a transformar el mundo: “Nosotras las mujeres traemos en nuestra biología la empatía de conectar con la gente, de querer mover a la sociedad para mejorarla por nuestros hijos”, dice. Ese es el legado que quiere dejar con
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